Ruido blanco
el ser humano.
Nunca el silencio
paseando
por este huerto
abandonado
donde las frutas gritan al nacer
y contemplar el horizonte,
inmenso cadáver.
Ruido blanco
todo movimiento,
todo cambio.
Los ojos fundidos de sombra,
ruina de faros insomnes
que miran las fauces del mar;
la boca negra, la lengua hinchada
y la saliva arena
de un doliente desierto
-sus gemidos tampoco me dejan dormir-
Ruido blanco
bajo mis párpados
colgando, nunca derrumbados
esperando el latido de luz
de las vidrieras
que digan “Sueña”
y le envuelvan
en su comprensivo manto...
Pero mientras tanto
ruido blanco.
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