Solo, liviano, borracho de éter
en espacios sin espacio,
cuando tiendo mi mente al sol
y el contorno del sueño
deja de serme extraño.
Párpados, destellos precarios,
ver más lejos con los ojos cerrados,
alejo a los viejos ídolos
que erigieron mis manos.
(Solo, pero rodeado)
Elevo mi lengua a un altar
vacío,
muevo la vela al plexo solar
y miro,
detenidamente
Intrínseco al dios que tengo enfrente
o al lado
o distante
se presenta allá donde me miro
la máxima divinidad a la que aspiro.