sábado, 27 de octubre de 2018

time to get in time

Esta ciudad acabará por destruirme.

El tiempo: acera a la que nunca
se acostumbran mis pies.

Camino por estas calles como si las conociera,
cuando siempre he estado arrojado,
sin dirección, expulsado de cualquier lado,
huyendo hacia delante de algo más rápido que yo.

Miles de caminos que se abren en mis manos como esporas,
miles de caminos que no cesan de nacer,
todos de dirección única.

El tiempo coge mi temblorosa mano
y me lleva por su gran necrópolis:
edificios como cruces
erguidos soberbios
sobre sus endebles y ridículos pies,
avenidas sin propósito tan vacías,
y tantas, tantas rotondas...

Guardo los nombres de ciertos callejones
donde vi a la luna sentirse en casa
-De roja vestida, dulce la voz,
altas sus notas despertando a la mañana-

y saludar traviesa con la mirada.

Bajo ese aliento llegué a pensar que [yo] estaba yendo a alguna parte,
te juro que siento esos nombres como una segunda carne.

Pero seguí caminando,
no pude parar,
no puedo;

ligero como un ángel,
llevado, arrastrado, obligado
voy por este inmutable bulevar.

Aquí no existe la señal de "Stop"