Aún queda fuego
donde me dijeron que nunca nadie
consiguió una brasa
-Húmedo reino
sudando gotas en torrente, del aire
cansado las lágrimas-
Allí dejé mi huella.
Aún quedan fuerzas
para erigir nuevas herejías
contra esos templos que algún día
serán abono en nuestra tierra.
Aún queda tinta corriendo
como mi sangre, riachuelo en la pradera
que baña dormido a los juncos y sus
tragedias;
venid a mi lecho, solos testigos sin
voz,
ecos huérfanos de un corazón-tormenta.
Aún queda.
Sé que queda.
Vive mi pecho aunque no se mueva.