martes, 26 de febrero de 2019

de vuelta de la rave viendo a un pavo que miraba las vías del tren

Vagabundos sin noche, caminando en las orillas de una ciudad que nunca duerme, donde se lleva el cansancio como una segunda piel. Suenan las campanas en plazas vacías mientras sus párpados gritan deshidratados; ciegos, confunden las farolas con faros: pero no hay luz ni puerto, solo oscuridad, demasiada oscuridad, demasiado peso para un corazón de cristal. Por supuesto que querrían quitarse los zapatos y descansar en una sombra clara, debajo de un árbol querido que acaricie la carne y su temblor, ese eco del dolor que resuena en nuestras cuevas como un coro. Por supuesto que querrían. La corriente, sin embargo, no perdona. Quien ha visto su reflejo en este río alarga la mano, guarda las piedras del fondo y cose sus bolsillos. Acepta los caprichos de la gravedad con la dignidad y la resignación de la tristeza silenciosa. Se les puede ver junto a las fuentes secas, masticando recuerdos, esperando a nadie, arrepentidos por todo. A veces los miro y me intentan saludar. Jilgueros afónicos, peces ahogados en un charco, personas tan solitarias que ya no buscan si su soledad.

martes, 12 de febrero de 2019

bajona en la biblioteca

Hoy me he despertado mirando una foto en blanco, esperando a alguien que no conocía para levantarme de la cama. Me hubiera gustado gritar hasta alcanzar a esos yoguis que se desentienden de todo y arrojarlos a la tierra, mi hogar y mi tumba, además de la suya. Pero no lo he hecho, ¿para qué?, nadie lo habría escuchado; un grito perdido, mirándome, mientras se aleja en la nada. Podría no haberme levantado, renegar de este juego sin gracia y sus normas absurdas, pero no lo he hecho. A esto la gente lo llama "libertad". Bonita palabra vacía. Libertad para ser un perro echado a patadas a la carretera, con la promesa de un hueso en el fondo de una ciénaga esperándome. Aún nadie lo ha visto pero nos siguen obligando a buscarlo. Las pulgas se comieron mi piel e hicieron poemas. Y pese a todo sigo buscando, sigo levantándome, mendigando sonrisas en una jaula, vomitando veneno cuando no me ven. Los poemas no protegen del frío. Pero a esto, amigas y amigos, lo llaman "libertad".

against time

El tiempo no es una forma, no es un estado. Es una poderosa corriente que arrastra los guijarros, en una nube de lodo y violencia, hacia el filo de una espada ciega. En esta tesitura, cansado, herido, esculpo; intento unir las piezas rotas de las ruinas por las que paso, por las que soy. Como un poema de una lengua olvidada. Como una sombra que escapa de sí misma. A esto dedico mi vida. Sin éxito.

lunes, 11 de febrero de 2019

a veces

A veces el pecho suena
cansado, cantando solo
azules historias, llenas
de luces de espejos rotos.

A veces queda tan poco
que arder, sin sol y sin pena
parece la respuesta a todo,
a esa pregunta no hecha:

"¿Por qué?" que triste resuena
en lo hondo de un pozo.
Callada ríe la respuesta,
ya se ha dicho todo.

A veces me duele, a veces
no, y entonces me pregunto
adonde se esconde este,
si sigue en mi interior.

A veces son tantas veces
que se pierde la primera vez
entre olores de cadáveres
que se amaron una vez.

Y otra vez,
y otra vez,
joder.

Quizás esto es lo que somos
y no haya nada que hacer.

O quizás no,
quizás doliendo
saluda el corazón
y abre la puerta
a otra voz.

Florece la herida
como un girasol.

A veces me lo creo,
a veces no.

sábado, 9 de febrero de 2019

Vanidad

Vanidad del amante
por querer dar siempre antes
por el simple hecho de dar
ignorando que quiere más.

No es tan simple, amigo
limitar la esfera del ego,
a lo lejos se extiende su dominio
cual semilla propagada por el viento
confundida con la tierra a la que ama,
deseando ser gardenia y no una espada.

Pues allí donde poses tu mirada,
inocente puñal, también estará tu mano
al acecho de lo contemplado
afilando sus crueles uñas
primigenias, viejas venas de guepardo
que se hunden en la carne cruda
de las estrellas que juraron amar.

Acabado el hombre llega el animal.

No te atrevas a cantar
con sangre fresca en la boca.

No es tan simple, amigo,
controlar el pulso y sus olas.

Tú, que ilusionado
te creías devorado,
adivina ahora
quién es el que devora.

lunes, 4 de febrero de 2019

Desheredados

Somos los vástagos de la lluvia,
demasiado tarde para ser
y dejar una huella única,
condenados al suelo sin remedio.

¿Acaso será un reencuentro?

Será que no caímos, que no fallamos,
que nunca nos movimos
de donde estábamos.

Ya no es nuestro turno,
cal de la arena del mundo,
ecos de un grito mudo.

Bien, que así sea;
hace tiempo
que descreo de la marea
y su reino.

Dejadnos
al margen,
nos gustan las sombras
rumiar la carne seca,
sentir el odio en la boca.

Nuestra generación no tiene nada que decir:
la rabia no se vende,
no llevaremos el peso de vuestros antepasados,
ni la corona de espinas que llamáis "futuro"
ni los retazos de vuestros ídolos de barro.

A vosotros os escupo,
a vuestra cripta clamo
 estúpidos gusanos.