lunes, 4 de febrero de 2019

Desheredados

Somos los vástagos de la lluvia,
demasiado tarde para ser
y dejar una huella única,
condenados al suelo sin remedio.

¿Acaso será un reencuentro?

Será que no caímos, que no fallamos,
que nunca nos movimos
de donde estábamos.

Ya no es nuestro turno,
cal de la arena del mundo,
ecos de un grito mudo.

Bien, que así sea;
hace tiempo
que descreo de la marea
y su reino.

Dejadnos
al margen,
nos gustan las sombras
rumiar la carne seca,
sentir el odio en la boca.

Nuestra generación no tiene nada que decir:
la rabia no se vende,
no llevaremos el peso de vuestros antepasados,
ni la corona de espinas que llamáis "futuro"
ni los retazos de vuestros ídolos de barro.

A vosotros os escupo,
a vuestra cripta clamo
 estúpidos gusanos.

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