sábado, 9 de febrero de 2019

Vanidad

Vanidad del amante
por querer dar siempre antes
por el simple hecho de dar
ignorando que quiere más.

No es tan simple, amigo
limitar la esfera del ego,
a lo lejos se extiende su dominio
cual semilla propagada por el viento
confundida con la tierra a la que ama,
deseando ser gardenia y no una espada.

Pues allí donde poses tu mirada,
inocente puñal, también estará tu mano
al acecho de lo contemplado
afilando sus crueles uñas
primigenias, viejas venas de guepardo
que se hunden en la carne cruda
de las estrellas que juraron amar.

Acabado el hombre llega el animal.

No te atrevas a cantar
con sangre fresca en la boca.

No es tan simple, amigo,
controlar el pulso y sus olas.

Tú, que ilusionado
te creías devorado,
adivina ahora
quién es el que devora.

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