lunes, 21 de septiembre de 2015

Arte

Mis manos no son mías;
una ola infinita les robó su nombre,
fluid, dedos azules coronados.

Y mi corazón, blanca locura,
refleja en el vacío
este cuadro incompleto.

Yo vendí mi alma
a una mujer color luz
interminable.

Entre mil ojos te espero
alzando una copa más antigua que el ámbar.

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