Lenta disolución
de los castillos impasibles;
llama agónica
incapaz de gritar,
amordazada
por la horda de brazos del olvido.
Aunque tenga la marca
de vuestro paso en mí
no puedo llevaros a donde voy,
sois el carbón que con mis manos aprietadas,
casi rotas,
arrojo a las entrañas de mi tren
no puedo parar,
aunque sea mirar atrás
sabiendo que quiero volver
como un animal herido
a los labios de su cazador
Adiós-murmuro
con un hilo de voz
similar a un naufragio
Adiós-nada responde,
demasiado tarde,
gesto perdido
en un mar de insignificancia
Adiós
No hay comentarios:
Publicar un comentario