Otra vez esta tristeza
llena de girasoles negros
que buscan el dolor;
y aunque quede luz
quieren oscuridad;
ávidos de pasado
buscan un trono sobre el que llorar,
cantar a la carne enamorada de la espada,
vomitar insectos que nunca duermen.
Siento una lluvia imparable,
un yunque gélido e imponente
a modo de corona:
¡Salve, rey de los gusanos!
y los girasoles,
aun decapitados,
siguen detrás de una luz asesina
son un error,
soy un error.
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