Has dibujado en tu quietud la sombra
en la pared que la oscuridad corona y
eleva,
el mármol se deshace alrededor de tu
obra:
mis dioses se mueren mientras tu cuerpo
clarea.
Se derrama la luz por tu
costado-cordillera
y ebrio, ofrece tus huesos en altar
sagrado;
bebo en tu seno el vino de alta colmena
para poder verte con los ojos cerrados,
Que la boca sea una extensión de estos
allí donde seré enterrado en vida,
y encuentre, besando, el destello
de la corola de tu flor más divina.
Llévame más allá de esta amarga
espera
de dejar de ser árbol entre bosques,
quiero ser un pez atravesando venas
unido a la corriente que lo esconde.
Pero no respondes, inmóvil fotografía.
Expuesto en papel tu naturaleza
incierta
tu hígado prometeico bautiza mi lira:
sangre que no dice nada, eso es poesía,
sin pomo sin salida sin puerta...
¡A tus pies, mi reina!
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